Alajuela, Costa Rica

Dios rescato mi vida de las drogas, adicción al crack que inicio a muy temprana edad, para finales de1996 era un adicto divorciado y con muchos problemas legales. A la casa de mi mamá ya no podía llegar porque las autoridades me esperaban todo el día y termine viviendo en una plantación de café, solo y sin esperanza. Una noche de luna llena, la luna alumbraba todo alrededor y estaba revelando mi condición, me pude ver sucio, sin zapatos y con un deseo de acabar con mi vida, Dios me hablo ahí, y me dijo salga de ese lugar y El me daría una razón de vivir.

 

Llegué al campamento Dunklin en 1996 y conocí a Dios, conocía del evangelio desde muy pequeño, pero no a Dios.

 

Después de haber concluido mi internamiento el 16 agosto de 1997 y estar sirviendo en el ministerio Dios restauro mi matrimonio y un año después estábamos esperando nuestro primer hijo.

 

Trabajando en el ministerio medio tiempo y manejando equipo pesado para Centroamérica un día Dios nos llamó como familia tiempo completo, ya teníamos a nuestro segundo hijo.

 

Ingrese al seminario y servía en el ministerio, teníamos un negocio propio y Dios entrego el ministerio en nuestras manos, Dios nos pide un salto de fe el cual era vender el negocio y depender totalmente de Él.

 

Nos estaba preparando para darnos la tierra que iba a ser el campamento, 12 años después de que Dios nos entrega el ministerio nos da la tierra, un bosque de 17 acres. Dios muestra su amor y hacemos caminos, era un bosque sin caminos, sin luz, sin agua, pero Dios tenía preparado un milagro y con nuestros hermanos de Dunklin construimos la ciudad de refugio, Dios abrió caminos donde no había, saco agua de las piedras y la empresa de electricidad llego al campamento, yo he visto todo lo que Dios puede hacer con alguien que no valía nada, desechado por la sociedad y por mí mismo, Dios hace milagros y la gloria y la hora son de Él.

 

En el campamento tenemos una iglesia y nos llena de amor predicar y dar nuestras vidas por el ministerio de restauración.

 

Nunca pude imaginar todo lo bueno que tenía preparado para nuestro futuro, cuando leo Lucas 8:35-39 me veo en esa historia, primero lleno de muchos demonios y ahora libre y anunciando la libertad en Cristo.